3 cambios que pueden ayudar a resolver la crisis política en Perú


En el fondo, más allá de quién gobierne al país, el sistema político peruano está quebrado por una crisis de representación, otra institucional y una corrupción endémica.

1. Cambios en la política

La jerga política peruana dice que sus políticos tienen «vientre de alquiler», que van de un partido al otro sin importar la ideología ni los principios, sino el beneficio de poder político y económico individual.

Aunque, en términos generales, el sistema político peruano nunca contó con partidos fuertes, la fragmentación actual del Congreso es inédita: hay 10 partidos de 25 que se presentaron en las elecciones de enero de 2020 en una cámara de solo 130 parlamentarios.

«Nuestra gran tragedia es la fragmentación permanente«, dice Eduardo Dargent, politólogo de la Universidad Católica. «Acá la gente vota por un candidato pensando que es de tal tendencia y después se da cuenta que cambió de postura».

Esto, según el analista, tiene que ver con un sistema de conformación de listas para el Congreso «demasiado laxo, configurado de manera corrupta y clientelar».

Milagros Campos, constitucionalista de esta misma universidad, añade: «Tenemos partidos sin políticos y políticos sin partido».

Y, como solución, los expertos, basándose en diferentes estudios, señalan reformas como barreras del 5% de votos para entrar al Congreso, formalización de la carrera política eliminando la prohibición a la reelección parlamentaria, facilitar inscripción y participación de nuevos movimientos y un mínimo de afiliados para que una agrupación sea partido.

«El énfasis tiene que estar en la responsabilidad de los parlamentarios sobre cómo conforman sus listas», dice Dargent, para evitar que personas sin carrera política pero con influencia económica o mediática entren al Congreso.

«Al final lo que se busca es quebrar un cártel, formalizar el ejercicio político», añade Campos.

2. Cambios en las instituciones

A pesar de que la Constitución de 1993 (la duodécima en 200 años) establece que el sistema político es presidencialista, Perú ha ido añadiendo elementos del parlamentarismo que desestabilizan a un país con Congreso unicameral.

En Perú, las mociones de censura a presidentes y ministros, por ejemplo, no son meros llamados de atención, sino órdenes de retiro.

La ya famosa figura de la vacancia, con la cual el Congreso forzó la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski en 2018 y destituyó a Vizcarra hace una semana, se puede llevar a cabo con cierta facilidad y una sola votación en el Congreso.

Esto, con partidos fragmentados, es una receta perfecta para la inestabilidad y el choque Congreso-Ejecutivo.

«Se puede dar estabilidad al sistema presidencialista regulando la figura del impeachment para ocasiones extremas e implementando elementos de la bicameralidad para que sea menos fácil destituir al presidente o a su gabinete», dice Campos.

Dargent, así como Campos, aclara que si bien la bicameralidad en un mediano plazo va en el sentido correcto, eso por sí solo no va a solucionar un problema que requiere reformas urgentes.

3. Cambios en la cultura política

Por muchos cambios legales o institucionales que se anuncien, los analistas vaticinan la continuidad de las protestas si no hay un cambio en la cultura política, que está íntimamente relacionada al clientelismo y la corrupción.

La mitad de los 130 congresistas actualmente en funciones están investigados por corrupción y los últimos seis presidentes del país están acusados o condenados por ese delito.

«La movilización que está ahora en las calles no tiene un reclamo ideológico ni programático, sino una demanda de mayor integridad en la función pública», señala Campos.

En busca de mayor transparencia, distintos expertos han propuesto reformas en materia de transparencia (más escrutinio a parlamentarios, acceso a la toma de decisiones públicas, responsabilidad inmediata a delitos y normas claras de contratación) y competitividad política (requisitos para lanzarse como no tener sentencias en primera instancia pendientes).

«La gente en las calles no les va a creer (a los políticos) si plantean grandes reformas al sistema, sino que tienen que dar muestras concretas, mínimas, que favorecen el respeto a los límites y al no abuso del poder», dice Dargent.

Pero además de integridad en el ejercicio de la política, las calles de Perú ya empiezan a hablar de cambios en el modelo económico, de derechos sociales como el aborto y castigo al abuso de autoridad policial.

«En este momento tienes resolver la gobernabilidad de aquí a 2021 para evitar la violencia», dice Dargent. «Ya después tendrás que atender estas demandas más amplias pero igual de importantes».

El camino hacia la estabilidad no es el más fácil, pero ya está marcado.