Con Jitsi, dejarás Zoom


Si vamos a abrir una ventana a nuestra casa, que sea una de la que nos podemos fiar.

La crisis del coronavirus ha sacado a la luz las debilidades de algunas conocidas plataformas online, pero también nos ha enseñado cómo podemos comunicarnos de forma fiable y segura.

Dijimos que aprovecharíamos para leer más libros, estudiar idiomas, pasar más tiempo con nuestros hijos y fijar la estantería a la pared. Lo cierto es que, desligados de las rutinas, nos entregamos más que nunca a las compulsiones digitales; unos, consumiendo noticias del COVID-19; otros, atracándose de vídeos de comida; muchos, revisitando temporadas enteras en Netflix. Todos, en conjunto, nos lanzamos a reconstruir virtualmente lo que estaba prohibido practicar: el ambiente de oficina, las clases presenciales y las birras del fin de semana con los colegas. Nos comimos el grueso del ancho de banda en videochatear.

PERO ¿QUÉ PLATAFORMA DE VIDEOCONFERENCIA ESCOGIMOS?

Skype es de Microsoft; Hangouts es de Google; Instagram y WhatsApp son de Facebook, empresas que extraen nuestros datos para su beneficio particular y nuestro perjuicio colectivo. Y todas limitan el número de personas que pueden hablar simultáneamente –10, 10 y 4–. FaceTime puede contener hasta 32 individuos a la vez, pero solo funciona en dispositivos de Apple y no sabemos si nos espía –mi apuesta es que sí–.

La inesperada ganadora de las primeras semanas de enclaustramiento fue una desconocida llamada Zoom, donde, en teoría, caben un centenar de participantes, tiene buena calidad de audio, permite poner cromas –y así disimular el mueble torcido del fondo y las apariciones estelares de niños, amantes y compañeros de piso– y es gratis los primeros 40 minutos. Con la cuarentena, pasó de 10 millones a 200 millones de usuarios diarios.

ESO SÍ, ZOOM TIENE SUS COSAS.

Por ejemplo, crea automáticamente un directorio con los correos de todos aquellos que comparten el mismo dominio y los añade, también automáticamente, a las agendas de los otros usuarios, con los nombres, fotos y direcciones de su mail privado.

Después, está el zoombombing: gente que se cuela en tus conversaciones sin haber sido invitada, generalmente para trolear con porno duro en horario de oficina. Más polémico todavía: la empresa dijo que esas conversaciones estaban cifradas de extremo a extremo, y no era cierto. Lo que emplea es un “protocolo seguro de transferencia”, pues usa el mismo que los servidores que van por HTTPS, que son la mayoría. La diferencia entre el cifrado de extremo a extremo y ese protocolo de transferencia es que en uno la compañía no tiene acceso al contenido de tus chats y en el otro sí. Poca broma.

HABLANDO DE ACCESO, ZOOM TAMBIÉN HA PROGRAMADO UN “VIGILANTE DE LA ATENCIÓN”

Que avisa al administrador de la charla en curso si estás en ella o mirando otra página en el navegador. Pues bien, ha demostrado tener casi media docena de agujeros de seguridad más o menos serios. Son errores comprensibles para una plataforma que había sido ideada explícitamente para el teletrabajo y las clases a distancia y que se ha convertido de la noche a la mañana en el sistema de videoconferencia más popular del planeta. “El producto no estaba diseñado para los consumidores, pero lo está usando una gran cantidad de ellos”, indica la jefa de marketing, Janine Pelosi, en una entrevista con la web de tecnología Protocol. ¿Qué podría salir mal?.

JITSI ES UN PROYECTO DE SOFTWARE LIBRE DE LA FIRMA ATLASSIAN

Que ha sido desarrollado para contener multitudes. No requiere cuenta de usuario si se usa en el escritorio; es lo más parecido a un canal del IRC. Es multiplataforma, gratuito, está cifrado de extremo a extremo, tiene aplicaciones para Android e iOS y, además, integración con la herramienta de mensajería Slack. No espía, no se corta y permite multipantalla como en las películas de Rock Hudson y Doris Day.

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