las claves que explican la exitosa campaña de vacunación contra la covid-19 en Chile


En la primera semana de su campaña de inmunización masiva en adultos mayores, Chile ya supera el millón de personas vacunadas.

El objetivo del gobierno chileno es inmunizar a todos los mayores de 65 años antes del 19 de febrero para que toda la población de riesgo -adultos mayores, enfermos crónicos, personal sanitario- se vacune durante el primer trimestre de 2021 y tener vacunados a 15 de los 19 millones de personas del país para julio.

La campaña de inmunización es gratuita y voluntaria.

A mediados de 2020, el gobierno chileno se enfrentaba a un fuerte cuestionamiento por el manejo de la pandemia, cuando el país alcanzaba sus tasas de infección más altas. Sin embargo, ahora es aplaudido por su plan de vacunación.

En total, hasta este miércoles 10 de febrero, 1.128.359 personas se vacunaron en Chile contra la covid-19. El registro coloca al país como el líder de América Latina en vacunación contra la enfermedad.

Chile administra 5,58 por cada 100 habitantes, según los últimos datos del registro Our World in Data, de la Universidad de Oxford (hasta el 10 de febrero).

La cifra es muy superior a los 1,94 dosis en Brasil, 1,18 en Argentina y 0,56 en México. A la cabeza en el continente americano va Estados Unidos, con 13,39 dosis por cada 100 habitantes.

¿Cómo se explica que Chile lidere el ranking regional de vacunación?

Para Luis F. López-Calva, director regional del PNUD para América Latina y el Caribe, para que una campaña de vacunación sea exitosa hay tres factores importantes a tener en cuenta: primero, tener los recursos financieros para adquirir las vacunas; segundo, tener una buena estrategia para hacer la distribución de las vacunas, y, después tener la capacidad institucional y la estructura gubernamental para implementarla.

«Esas tres características se cumplen bien en el caso de Chile», le dice López-Calva.

Compra anticipada de vacunas y diversificación

Chile se movió rápido y pronto firmó acuerdos con distintas desarrolladoras de vacunas para la covid.

Hasta ahora tiene comprometidas más de 35 millones de vacunas, de las cuales 10 millones son de la estadounidense Pfizer-BioNTech, otras 10 millones de la china Sinovac y el resto de AstraZeneca, Johnson&Johnson y la plataforma Covax, impulsada por la Organización Mundial de la Salud para garantizar un acceso universal a la eventual vacuna.

Además, está en conversaciones para comprar dosis de la vacuna rusa Sputnik V, con lo que pronto podría garantizar las dos dosis necesarias de la vacuna para toda la población.

El país también fue el primero en América del Sur en comenzar a vacunar contra la covid-19. Las autoridades sanitarias iniciaron el 24 de diciembre la vacunación al personal médico de primera línea con las dosis provistas por Pfizer/BioNTech, a las que sumó las del laboratorio chino Sinovac en una masiva campaña que comenzó la semana pasada.

Para ello, hay que tener en cuenta que Chile tiene los recursos para hacerse con la vacuna. Miembro de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, tiene uno de los mayores PIB per cápita de la región, aunque también hay que tener en cuenta que tiene una tasa de desigualdad más alta que el promedio de la OCDE.

En el caso de Chile, dice López-Calva «la compra de vacunas se previó con suficiente tiempo, hubo una buena planeación«.

«Y la idea fue priorizar: primero los trabajadores de salud, después los adultos mayores -para lo cual Chile adquirió un número importante de dosis de Pfizer-, y después tener vacunas de otras farmacéuticas para el resto de población».

En ese sentido, López-Calva considera que apostar por la diversificación en la compra fue importante, diferenciándose de algunos países de altos ingresos, por ejemplo, que apostaron solo por vacunas occidentales.

«Ha sido muy importante la diversificación de desarrolladores porque el mercado está muy distorsionado y la oferta está muy limitada. Algunos países apostaron por una u otra, y solo recientemente han estado tratando de diversificar», dice el director regional del PNUD.

Colaboración científico-clínica

Para Alexis Kalergis, académico de la Universidad Católica de Chile y director del Instituto Milenio en Inmunología e Inmunoterapia, la colaboración científico-clínica fue clave para lograr algunos de los acuerdos.

«Entre la Universidad Católica y Sinovac se estableció un acuerdo de colaboración académico-científico, que busca el desarrollo recíproco y en colaboración de vacunas contra el SARS-CoV-2, a través de estudios científicos y clínicos», explica Kalergis.

«Este acuerdo dio lugar a algo muy importante que fue la posibilidad de acceder de forma prioritaria y preferente a un suministro de dosis para su uso en Chile, una vez aprobadas por las agencias regulatorias respectivas».

«Este derecho que consiguió la Universidad Católica fue transferido en un 100% al Estado de Chile por medio de un convenio entre la Universidad Católica y el Ministerio de Salud, que pone en disposición de este Ministerio esta opción. Lo que permitió que nuestro país pudiese asegurar un suministro temprano y prioritario de dosis para los próximos meses», agrega.

Capacidad institucional y coordinación

Chile, además, cuenta con una red de atención primaria sólida, a través de la cual ya se vehiculan otras campañas de vacunación anuales, apunta la periodista Paula Molina.

Tanto esa robusta red, como la experiencia en campañas de vacunación, han facilitado la logística, destaca la periodista.

Y en relación con esto, Chile tiene una ventaja: «tenemos una población pequeña y está muy concentrada en la región Metropolitana (Santiago)», apunta Molina.

Solo en la región Metropolitana hay ya 423.007 personas vacunadas, de las cuales 7.790 ya recibieron la primera dosis, según datos del Ministerio de Salud.

Además de tener la capacidad institucional en términos de centros de salud, López-Calva destaca también la utilización de recursos materiales y humanos existentes para acelerar el ritmo de vacunación.

Así, se habilitaron estadios, centros educativos y deportivos como centros de vacunación y además, se llamó a todo el personal sanitario capacitado -como odontólogos o matronas- para realizar las vacunaciones.

«Ha sido una estrategia que ha funcionado bien y creo que otros países pueden aprender de ella», apunta el director regional del PNUD.

En ese sentido, ha sido clave la colaboración entre los distintos niveles de gobierno.

«Ha habido una coordinación desde el gobierno central pero con mucha intervención de los gobiernos de las regiones, de los gobiernos locales, habilitando espacios exteriores, gimnasios, estadios, para poder tener más centros de vacunación».

En estructuras más descentralizadas, donde los gobiernos locales tienen más autonomía, como Brasil o México, este tipo de estrategias y planeaciones lleva más tiempo, explica López-Calva.